Para frenar la epidemia de VIH con testeo y reparto de condones no alcanza. Las trabajadoras sexuales necesitamos salir de la clandestinidad a la que nos somete la falta de regulación de nuestro trabajo. Necesitamos contar con una respuesta verdaderamente integral por parte de los Estados, que deje de vernos como foco de infección y empiece a vernos como mujeres trabajadoras.
La ausencia de normativas y regulaciones, obligan a que el ejercicio del trabajo sexual sea llevado adelante en condiciones de ilegalidad y clandestinidad que implican la precarización de las condiciones laborales, la vulneración de nuestros derechos, el avasallamiento de nuestra capacidad de decisión y negociación y la exposición a situaciones de discriminación, hostigamiento y violencia cotidianas.
El consumo obligado de alcohol, la absoluta falta de higiene de nuestros espacios de trabajo, abusos de poder por parte de los dueños y administradores de los locales: esas situaciones son moneda corriente para la mayor parte de nosotras. Hasta ahora, esas eran experiencias que nos comentábamos unas a otras. Hoy, por primera vez en la región, un estudio recopila los principales problemas en el ejercicio de nuestra actividad: Trabajo Sexual y condiciones laborales: el impacto de la clandestinidad. Investigación en 14 países de América Latina y el Caribe.
La investigación recoge la experiencia de las trabajadoras sexuales de la región en el ejercicio cotidiano de la actividad con especial interés en los espacios y las rutinas de trabajo, la toma de decisiones y la circulación del dinero, las situaciones de violencia y discriminación y las condiciones de higiene y salud.
El reconocimiento por parte de los Estados de nuestros derechos laborales es el paso necesario para garantizar el ejercicio pleno de nuestra ciudadanía, para poner un freno a las vulneraciones y violencias a las que nos vemos expuestas por parte de dueños de locales, administradores, fuerzas de seguridad y otros actores del mercado laboral.