“Trabajé desde los 10 años en diferentes cosas: fui mucama, niñera, trabajé en fábricas, en varias cosas. Luego me casé muy jovencita, tuve mis dos hijos y empecé a trabajar de cocinera, y un buen día me cansé de ganar dos pesos con cincuenta y trabajar diez o doce horas por día, y de sentirme nada. Tenía esa cosa de que las personas que somos pobres no somos nada. Te lo dicen, te lo hacen sentir, que vos sos pobre y por ende no sos nada. Con el tiempo entendí que soy alguien desde el día que estuve en el vientre de mi madre. Un buen día, agarré y decidí empezar a trabajar de bailarina en un cabaret y después decidí trabajar en la calle, porque en el cabaret me explotaban, se quedaban con parte de mi ganancia y sin embargo en la calle, trabajando autónomamente, lo que gano es mío. Si gano bien y si no, mala suerte”, cuenta Elena Reynaga, secretaria ejecutiva de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex).
Por: Yusimí Rodríguez López
Para: Alas tensas – Revista feminista cubana
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