Es necesario seguir luchando por la regulación del trabajo sexual autónomo. Impedir el ejercicio de nuestra actividad es violencia.
Ante un nuevo 17 de diciembre, Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las Trabajadoras Sexuales, la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) sigue luchando por la regulación del trabajo sexual autónomo. Debemos salir de la clandestinidad en la que trabajamos.
Como trabajadoras sexuales sufrimos constantes persecuciones, allanamientos, robos, discriminación, maltratos, pérdidas de fuentes laborales, abusos y coimas policiales. «Todas estas acciones son violencia, una violencia menos visible y muchas veces ignorada», remarcó Georgina Orellano, secretaria General de AMMAR.
Impedir el ejercicio de nuestra actividad es violencia. La imposibilidad de poder decidir sobre nuestros cuerpos es violencia. Los constantes decretos provinciales y ordenanzas municipales que se sancionan a lo largo y ancho de país para cerrar lugares de trabajo, las leyes que buscan penalizar a nuestros clientes, la constante confusión entre la trata y trabajo sexual, es violencia.
La violencia nos lleva a la precarización de nuestras vidas y nos condena más a la clandestinidad y criminalización. Sólo con la aprobación de la ley de regulación del trabajo sexual autónomo será posible pensar en una Argentina sin violencia hacia las trabajadoras sexuales.