Repudiamos y alertamos a toda la región sobre la violación a los derechos humanos, sexuales y reproductivos que implica la reciente decisión del gobierno de Brasil de incorporar el implante subdérmico de etonogestrel (anticonceptivo) en un programa que creará el Ministerio de Salud para la prevención de embarazos no planificados, y que está dirigido a mujeres en edad fértil que sean habitantes de la calle; que vivan con VIH; que se encuentren privadas de su libertad o que sean trabajadoras sexuales. Si esta fuera una medida que verdaderamente refuerza la autonomía en la salud sexual de las mujeres, acaso ¿no deberían estar incluidas todas las mujeres? ¿Por qué solamente está dirigida a determinados sectores?

Nos preocupa la estigmatización que implica esta medida y que recrudece la criminalización de la que somos objeto y que atropella la autonomía sobre nuestros cuerpos y nuestra autodeterminación.

Las mujeres trabajadoras sexuales estamos hartas de que los gobiernos, iglesias, partidos políticos, sectores de la sociedad y sectores del movimiento de mujeres (que nos sorprende que celebren la decisión con tanta alegría), pretendan seguir usándonos como chivos expiatorios de sus medidas y políticas higienistas que lo único que demuestran es el profundo machismo y racismo enquistado con los que operan.

Decisiones como la del gobierno de Brasil ponen de manifiesto cómo las relaciones de poder se inscriben en los cuerpos y encienden una vez más todas las alarmas de la avanzada de los discursos de odio y discriminación a los que asiste nuestra región, y la importancia de seguir discutiendo y defendiendo nuestra autonomía sobre nuestros cuerpos para trabajar, para fecundar, para abortar y para disfrutar.

Recomendamos la lectura del articulo «Esterilização em massa de mulheres e o pacto de silêncio da sociedade brasileira» de https://jornalggn.com.br/ en el que una de las autoras es Santuzza Alves de Souza – Trabajadora Sexual y estudiante de Sociologia, compañera nuestra integrante de la CUTS y de la REDTRASEX.