“Un café con leche y tu cuerpo, por favor”

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3 mujeres responden a 6 preguntas claves para entender un fenómeno típicamente chileno: los cafés con piernas

Los chilenos no son grandes aficionados al café. Prefieren el mate o el té. Así pues, ¿cómo es posible que haya tantas cafeterías por las calles de la capital? La razón hay que buscarla en un fenómeno típicamente chileno que sorprende al visitante recién llegado: los cafés con piernas, locales donde mujeres casi desnudas sirven café con un extra añadido. Y no es el azúcar.

Hablamos de «establecimientos aceptados legal y socialmente. Que nadie se imagine un antro oscuro con cortinas rojas y luces de neón en un callejón escondido… Son bares abiertos por el día, bien iluminados y ubicados en pleno centro o en zonas de máxima afluencia de gente, donde se mezclan sobre todo trabajadores y personas que van a comprar a las tiendas de alrededor. Puedes llegar a ver a algunas mujeres, si están acompañando a algún hombre en un descanso del trabajo, por ejemplo», explica Leyre Agustín, periodista española que trabajó en Chile durante 3 años.

Los cafés con piernas comenzaron como un gancho comercial de las cafeterías para atraer a los chilenos a finales de los años 70, pero rápidamente se convirtieron en una vía de escape a toda esa represión heredada de la dictadura de Pinochet.

Porque la historia de estas cafeterías sólo se puede entender en este contexto militarizado. Según la Fundación Margen, la organización que surge el año 1998 como un espacio de defensa de los derechos de las mujeres, en particular, de las mujeres trabajadoras sexuales , «así es como surge en pleno centro de Santiago una primera cafetería, el «Café Haití», que innova en la atención que ofrece a sus clientes, al servir cafés en mesones atendidos por bellas mujeres que visten ropas muy ajustadas, minifaldas que dejan ver sus piernas al descubierto debajo el mesón. Esta peculiar forma de atención termina dándole nombre a esta modalidad de locales como «Cafés con piernas» donde los clientes —que en su mayoría eran y son trabajadores de cuello y corbata de oficinas de núcleos importantes del país como bancos, buffets de abogados, etc— conversan y comparten al tiempo expreso que dura un café».

«Hacia mediados de los 90 –explica la Fundación Margen– los cafés con piernas se fueron multiplicando por el centro de la capital, sobre todo al interior de galerías comerciales, algunas calles principales y haciendo su aparición en ciudades del interior del país. De este modo el estilo sofisticado de sus inicios, da lugar a un café al paso, masivo y popular, que poco a poco va sumando al consumo de café, el consumo de bebidas alcohólicas y va reduciendo la vestimenta de sus trabajadoras. Así del «café con piernas» se da origen al «café topless” con el minuto feliz donde se ven tarimas, semidesnudos, bailes e invitaciones más o menos explícitas a consumir otro tipo de servicios fuera del local».

En este contexto, 3 mujeres se encargan de responder a las 6 preguntas claves para entender un fenómeno típicamente chileno como los cafés con piernas. Ellas son María José Clunes de la Fundación Margen que forma parte de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex), Leyre Agustín como periodista española que trabajó en Televisión Nacional de Chile y en tercer lugar a María Ignacia Banda del colectivo Feministas Tramando (Femtram).Femnismo desde 3 lados: social, periodístico y activista.

1. ¿Por qué los cafés con piernas son un fenómeno típicamente chileno?

María José: “Podríamos arriesgar la hipótesis primera de que esta modalidad se instaló en un contexto dictatorial, del cual casi 30 años después aún persisten distintos elementos como la propia Constitución política y otros rasgos más o menos sutiles de la cultura chilena, los que se conservan gracias a la permanencia de símbolos. Otra tentativa para explicar porqué este es un fenómeno típicamente chileno puede darse al afirmar que esta modalidad de atención se ajusta totalmente a las condiciones de vida vertiginosas del centro de la capital en un contexto socioeconómico neoliberal, donde el servicio, la afectividad, el descanso, adquieren convenientemente la connotación de ‘express’.”

Leyre: “Hay otros dos factores inherentes a la sociedad chilena que explican que los cafés con piernas sean algo «típico» allí: primero, el machismo, que está muy arraigado. La mujer está «para mirarla», está mal visto que diga tacos o que se digan delante de ella, está feo que fume porque es una señorita, etc. El acoso callejero es muy común (a las mujeres por la calle se les silba y piropea a gritos, a las adolescentes se les toca el culo en el autobús y a la mujer en general se le falta al respeto habitualmente sin que nadie ni haga nada cuando lo ve).

Y el segundo factor que creo que lo explica es el miedo y la búsqueda de seguridad en la clandestinidad o en lo privado. El chileno en general tiene mucho miedo: a los cambios, a lo nuevo, a llamar la atención, a que sepan lo que piensa o siente realmente, a lo que los demás puedan pensar de él… En general, Chile es un país encerrado en sí mismo donde todo ocurre de forma discreta y privada. Por eso los cafés con piernas han sido desde sus inicios un refugio perfecto donde dar rienda suelta a sus reprimidos deseos de libertad (en este caso sexual.

María Ignacia: “No sabia que era algo solo chileno, tampoco me queda claro que sea «típicamente» chileno (como algo que define «lo chileno»). El patriarcado existe en todo el planeta y lo que es interesante es ver cuales son las formas que asume en diferentes circunstancias. En Chile, por ejemplo, se glorifica constantemente la «picardía», se define al hombre chileno (o la «cultura chilena», naturalizando la cultura masculina) como un tipo astuto o hábil en evadir las reglas sociales y salir airoso. Creo que tiene mucho que ver con esta idea, muy vieja y poco útil, por lo demás, considerando que normaliza la idea de que una persona oprimida, lejos de rebelarse, debe «burlar» al patrón, sin dejar de ser un apatronado”.

2. ¿Ha aceptado la sociedad chilena con demasiada facilidad la existencia de estos cafés?

María José Clunes: “La aceptación de la existencia de estos lugares en la sociedad chilena pasa a ser un tema de doble moral -algo muy propio de nuestra idiosincrasia- ya que la legitimidad que detentan estos espacios viene dad por la posibilidad de acudir a un café con piernas en calidad de ‘cliente’ y se termina cuando el lugar que se ocupa es el de «trabajadora». De ahí que el estatus de «exportación no tradicional», «producto típico chileno» u otro apelativo, no pase de las risas y a la hora de reconocer a estos espacios de forma seria como materia de regulación de derechos laborales, las risas vayan dando paso a silencios y olvidos.

Leyre: “Es verdad que entre los jóvenes empieza a haber cierto rechazo a estos locales, pero el resto no muestra ninguna preocupación por su existencia. Mi impresión es que es algo totalmente normalizado. La prensa habla de lo que a la gente le interesa o le preocupa y yo creo que a los chilenos ni les interesa ni les preocupa demasiado este asunto. Por lo menos yo en 3 años allí (de 2013 a 2016) trabajando precisamente en un medio de comunicación público, no recuerdo noticias sobre este tema”.

María Ignacia: “La sociedad ha aceptado la existencia de estos locales desde hace mucho tiempo. Probablemente -y es una historia que desconozco- su emergencia fue una forma (masculina) de burlar las convenciones de la élite. Hoy, esta formula esta profundamente desactualizada y no resulta desafiante a ningún orden. Esperamos que hoy quienes consideran que hay que desafiar las instituciones patriarcales incorporen también la consciencia de que el cuerpo de las mujeres no es un bien del mercado, y que no se puede desafiar el poder de la élite burlándose de nosotras”.

3. ¿Cómo se puede combatir activamente a los cafés con piernas?

María José Clunes: “Nuestros esfuerzos han estado y continuarán estando concentrados en promover la autonomía en el ejercicio del trabajo sexual; intentando abolir la necesidad de intermediarios/as, de dueños/as de locales, de administradores/as, proxenetas y facilitando el trabajo cooperativo e independiente de las personas que deseen dedicarse a este amplio rubro laboral que hemos denominado «trabajo sexual”.

Leyre: “Pienso que Chile tiene otras prioridades y problemas más graves. Algunos de ellos son precisamente la razón por la que existen este tipo de locales. No creo que sirva de nada combatirlos directamente sin antes educar a las generaciones de jóvenes en la igualdad entre sexos. Creo que por ahí está la clave del asunto.

El verdadero problema es el machismo. Los cafés con piernas son sólo una consecuencia anecdótica, quizás curiosa para ojos extranjeros, pero no más grave que las altísimas cifras de madres solteras, que el número de violaciones o de agresiones físicas y verbales o que la enorme cantidad de abortos clandestinos por falta de educación sexual. Primero habría que combatir todo eso, después los cafés con piernas irían desapareciendo de forma natural.

Creo que deben ser los chilenos quienes lleguen a la conclusión de que esos lugares no fomentan unos valores sociales sanos, pero cada sociedad lleva sus tiempos y hay que respetarlos. El «destape» en España también fue una época que ahora nos puede parecer incluso ridícula (el cine se llenó de viejos verdes persiguiendo suecas y las playas, de mirones de bikinis), pero quizás era una fase «necesaria» o natural para una sociedad recién liberada”.

María Ignacia: “En general hay muchas «tradiciones» que para la sociedad chilena es difícil cuestionar y para las feministas enfrentar porque quedamos como «amargadas», como pasa con el acoso y los «piropos» por ejemplo”.

4. ¿Entiendes que estos cafés sean una sorpresa para el turista?

María José Clunes: “Nombrar a un café «con piernas» llama mucho la atención de quienes visitan nuestra ciudad; sin embargo, si se observan las relaciones laborales que existen al interior de estos locales, son similares a las que se da en otros países como podrían ser las whiskerías en Argentina, por dar un ejemplo. Al llamarse ‘café con piernas’ despierta la curiosidad sobre qué puede haber tras esas puertas vidriosas. Y el que sea una oferta diurna y libre de alcohol hace que sea algo particular como servicio”.

Leyre: “A mí como extranjera reconozco que me sorprendió mucho cuando leí sobre ello poco antes de llegar, pero cuando vivía allí, lamentablemente enseguida me acostumbré porque son parte del paisaje urbano, están muy naturalizados y no son extravagantes o llamativos… Son cafeterías de aspecto normal, con la diferencia de que casi todo el público es masculino, las camareras son sonrientes y amables (cosa muy extraña en Chile) y llevan minifalda o ropa ajustada. Es decir, no se practica sexo, ni las mujeres van desnudas. Los locales donde pasa eso, para mí simplemente son prostíbulos, no cafés con piernas.

Los cafés con piernas pueden ser curiosos, pero tal como yo lo vi, no pasan de ser locales eróticos donde está permitido mirar. ¿Es humillante para la dignidad de la mujer? Para mí sí, pero no son redes de explotación sexual ni nada por el estilo. No me parece muy diferente de cuando algunas empresas te obligan a llevar cierto uniforme o tacones sólo por ser mujer o te contratan sólo si eres guapa, alta y de pelo largo.Y eso pasa aquí todos los días, en el año 2017, en Europa”.

María Ignacia: “Los turistas no deberian olvidar que hay situaciones similares de vejación a las mujeres en todo el mundo. Esta forma en particular es chilena, pero hay «masajistas eróticas» en varios lugares o servicios de “acompañantes”. Todos esos son negocios que tienen como principal producto el cuerpo, la apariencia o la sexualidad de las mujeres”.

5. ¿Hay algún tipo de movimiento protesta contra estos cafés?

María José Clunes: “En Chile la existencia de movimientos de protesta es bien acotada debido a la baja participación política y en este tema en particular, se ha trabajado fuertemente por erradicar prejuicios sobre la labor que se ejerce al interior de los cafés con piernas y en otras modalidades del trabajo sexual, para impedir la victimización de las mujeres que trabajan voluntariamente en este rubro.

Hasta la fecha, la recepción de parte de las compañeras feministas ha sido buena y han comprendido la dignidad del trabajo de algunas mujeres que deciden dedicarse a atender cafés con piernas, a bailar en night clubs, o transar sexo por dinero en la calle. Lo importante es que allí donde hayan dudas o resquemores, se pueda dar el diálogo franco entre mujeres y se respete la decisión de cada una!.

Leyre: “Que yo sepa, ninguno”.

María Ignacia: “Esperamos que el cuestionamiento a esos espacios se sume a los cuestionamientos que han comenzado a tener ya varias costumbres machistas y vejatorias para las mujeres. Eso, sin embargo, no puede venir jamás como un cuestionamiento a las mujeres, cuyas opciones laborales siguen siendo pocas y precarias en el país y cuyas decisiones, como feministas, siempre vamos a respetar”.

6. ¿Crees que acabarán cerrando por presión popular, mediática o política?

María José Clunes: “Mientras existan lugares de trabajo donde se dan relaciones de subordinación y dependencia, deben hacerse valer los derechos laborales y terminar con la invisibilización de estos lugares por parte de las autoridades, que se niegan a mejorar la normativa y mantienen desregulados este y otros tipos de locales donde se otorgan distintos servicios, desde la fantasía sexual, el acompañamiento, al intercambio de sexo por dinero que se lleva a cabo en las afueras del recinto.

Leyre: “Desde luego, por presión mediática o política, no. Para la clase política es un tema que se ve con cierta simpatía y casi con orgullo diría, se considera un atractivo turístico más de Chile. Por presión popular, puede ser. La nueva generación de Chile es muy reivindicativa y se organiza a menudo para reclamar sus derechos. Los jóvenes (con movimientos como el de «la revolución de los pingüinos») han dado ejemplo a una sociedad en su mayoría pasiva, individualista y resignada. Lamentablemente, creo que faltan muchos años para que la sociedad chilena cambie tanto como para integrar valores de igualdad real entre sexos y los cafés con piernas empiecen a desaparecer.”

María Ignacia: “Es un concepto degradante, un servicio que se presta solo a hombres donde el producto claramente no es el café, son las mujeres. Por lo tanto refuerza la relación de dominación en que estamos las mujeres en este país. El foco debería estar en cuestionar a los clientes; ¿qué tipo de sujeto va a ese tipo cafes? ¿cuáles son sus motivaciones? En estos temas hay mucho sobre las mujeres y poco cuestionamiento a los hombres».

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