Por: Cristy Roque</img4792|center>
Necesariamente es importante partir del concepto de sociedad patriarcal o patriarcado. El patriarcado es un orden de poder, un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Y está basado en la supremacía de los hombres y lo masculino sobre la inferiorización de las mujeres y lo femenino.[1] Es sobre la base de esta concepción del mundo, de las relaciones sociales y de género, que se construyen las identidades del Ser Mujer y Ser Hombre.
La sociedad patriarcal socializa y construye dos modelos de Ser Mujer, la cual se aprende a partir del proceso de socialización de género, proceso funcional en el cual se asumen las normas, valores y reglas imperantes en una sociedad determinada y que se apropian como parte de las identidad del Ser Mujer. Marcela Lagarde dice que “la identidad de las mujeres es el conjunto de características sociales, corporales y subjetivas que las caracterizan de manera real y simbólica de acuerdo con la vida vivida”.[2]
Tomando en cuenta lo anterior se construyen dos modelos del Ser Mujer: “la madre-esposa-esclava por un lado; y la puta por el otro”, tal como lo clasifica Marcela Lagarde. Estos modelos tienen su ámbito de ejercerse y cada uno tiene una valoración social diferente, a partir del cual se etiquetan generando estigmas lo que conlleva a la discriminación o se premian.
El modelo de ser madre-esposa, socialmente tiene una valoración positiva y de exaltación, ya que la identidad es ser de un solo hombre, asumir abnegadamente la crianza de la familia y se espera que ese rol se acepte y ejerza sumisamente-en calidad de objeto. En el otro modelo de mujer “la puta”, la misma sociedad patriarcal le adjudica una valoración negativa y para quien lo ejerce se establecen castigos sociales e institucionales. Pero igualmente que en el modelo anterior, se espera que quienes lo ejerzan deben hacerlo sumisamente y en calidad de objeto.
Muchas trabajadoras sexuales, que han construido y asumido la identidad de trabajadoras sexuales, están reivindicando sus derechos laborales y que se reconozca como trabajo, entendido este como: la transacción comercial de diversos servicios sexuales a cambio de una remuneración en dinero o especie y quienes lo ejercen son mujeres[3] mayores de edad.
El trabajar por el reconocimiento del trabajo sexual y porque se les reconozca como trabajadoras sexuales sujetas de derechos, no ha implicado que la sociedad patriarcal ha cambiado sus cánones culturales de ver a las mujeres. Es una lucha que les ha conllevado a enfrentarse a las barreras sociales e institucionales del estigma y la discriminación en razón de su actividad laboral.
Maritza, una compañera trabajadora sexual comparte algunos hechos vividos en los cuales ha enfrentado discriminación por ser trabajadora sexual:
“Hace tres años, acudí a la PNC a poner una denuncia contra un cliente que después de realizado el servicio sexual, no nos pagaba. Cuando me pregunta a qué me dedico, le dije que soy trabajadora sexual. Su expresión fue: Con razón… si sos prostituta y teniendo marido”. Me dijo que la denuncia ya estaba tomada indicándome que me enviarían citatorio, el cual nunca llegó.”
“En otro hecho, hace un año fui a la PGR a poner demanda por cuota alimenticia, y lo que hicieron fue pasarme con la psicóloga para ver como arreglaba las cosas con el papá de mis hijas; diciéndoles yo que no quería continuar con él, ni reconciliarme, lo que yo quería era que me pasara una cuota para mis hijas. Me dijeron e insistieron que él tiene derecho a ver a sus hijas…a lo que yo le dije que por qué se enfocaban y preocupaban por el derecho de él, pero en ningún momento por el derecho de mis hijas a la alimentación. Luego en el desarrollo de la entrevista, la psicóloga me pregunta a qué me dedico, le dije al trabajo sexual. Para empezar me dijo que eso no era trabajo y además que cuál era la educación que yo les doy a mis hijas si soy trabajadora sexual. Mi demanda no avanzó y a la fecha yo no tengo cuota y nunca citaron al papá de ellas.”
Estos son algunos casos de trabajadoras sexuales, que ejemplifican la visión de una sociedad patriarcal la cual descarga y encarga/responsabiliza a cada persona, independientemente del rol y el ámbito en que desempeñe para reproducir-premiar o castigar a quienes no responden al modelo ideal de Ser Mujer.
Para ir avanzando en términos de la no discriminación hacia las trabajadoras sexuales, es necesario sentar precedentes, demandando y/o denunciando en las instancias respectivas estos hechos del funcionariado, empleadas y empleados públicos; para evidenciar el cómo las visiones personales se anteponen a garantizar el derecho de las trabajadoras sexuales al acceso a la justicia.
Finalmente es importante recordar que El Salvador cuenta con normativa nacional e internacional en materia de los derechos humanos de las mujeres, específicamente mencionar la Constitución en la cual se establece el derecho a la igualdad; la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer-CEDAW; la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres; la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación; entre otras normativas.
La CEDAW establece que para efectos de dicha Convención, «discriminación contra la mujer» denotará toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.[4]
Si en realidad se quiere avanzar en la construcción de una sociedad inclusiva y no discriminatoria, el Estado salvadoreño tiene todas las herramientas, en términos normativos para hacerlo, se requiere de voluntad política y procesos de sensibilización-formación dirigidos hacia el funcionariado, orientado a la deconstrucción de paradigmas sustentados en la discriminación.
[1] ISDEMU. ABC de la Igualdad Sustantiva. Conceptos básicos de género. 1ª. Edición San Salvador, 2014.
[2] Marcela Lagarde. Identidad de las mujeres. http://www.hegoa.ehu.es/congreso/bilbo/doku/lau/IdentidadFemeninadeMarcelaLagarde.pdf
[3] También lo ejercen hombres.
[4] CEDAW. http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/text/sconvention.htm
Fuente: Orquídeas del Mar. Ver nota original.