Los problemas de la explotación no eran solo de las trabajadoras sexuales
Mercedes Alonso Romero
SemMéxico/SEMLac.- Santo Domingo. 19 de febrero de 2018.- Aunque resultan ya lejanos esos primeros recuerdos de calabozos y maltratos; y más aún la niñez repartida en trabajos domésticos y tantos otros, Elena Eva Raynaga habla con fluidez y soltura, al punto de parecer increíble que su nivel académico haya sido mínimo hasta hace poco…:
«Aprendí a escribir mi nombre cuando tras pasar horas RedTraSexdetenida, debía firmar para salir a la calle. Las demás chicas me enseñaron», narra a SEMlac quien ocupa hoy el cargo de secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex).
En la vida de Eva Raynaga convergen el afán por la autosuperación y el firme propósito de defender a sus compañeras de los atropellos y la discriminación.
«Se imagina, era muy duro el trabajo nuestro en esa Argentina regida por un golpe militar y eran precisamente los militares quienes más abusaban de nosotras. Pero la realidad no ha cambiado mucho en América Latina y el Caribe. En medio de esa lucha contra las injusticias en mi país, cuando nos llevaban en grupo a las celdas y decían en la televisión que habían limpiado la ciudad, mientras mostraban al público lo que les convenía. Fue entonces cuando un grupo de nosotras decidimos unirnos y luchar contra tantas aberraciones. Nos dimos cuenta que unidas éramos un peligro para ellos», relata.
Y lo más importante, afirma la secretaria ejecutiva de la RedTraSex, «fue que aprendimos que los problemas de la explotación no eran solo de las trabajadoras sexuales, sino para todas las trabajadoras, de todas las mujeres».
Sensibilizar a la fuerza policial
La Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex) nació en 1997, en Costa Rica, y la integran organizaciones de 15 países. Su objetivo principal es «reivindicar el reconocimiento de los derechos humanos y laborales de las trabajadoras sexuales» y llama la atención que en estos momentos, la organización desarrolla una labor de sensibilización con 4.000 policías en 14 países de la región.
En la recién concluida Consulta Regional de América Latina y el Caribe, rumbo a la sesión de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer de Naciones Unidas, llevada a cabo en la capital de la República Dominicana durante los días 6 y 7 de febrero, SEMlac aprovechó pequeños momentos de la apretada agenda de este evento para conocer acerca de la investigación que RedTraSex trajo a este encuentro, donde participaron, además, ministras y altas autoridades de los Mecanismos Nacionales de la región.
«Pesa sobre todo la violencia institucional. Aunque en América Latina y el Caribe el trabajo sexual no está penalizado en el Código Penal, sufrimos muchos atropellos principalmente por parte de la Policía. Otra situación que nos golpea es la alta discriminación en los centros de salud y hospitales, donde la mayoría de nosotras a veces debe ocultar su profesión».
«Luchamos por derogar todos estos códigos y soñamos con que algún día el trabajo sexual sea reconocido y respetado. No te niego que he sentido a veces como que estamos medio locas por soñar tan alto, pero ya poco a poco hemos alcanzado preparación y alzamos nuestra voz propia», declara.
Elena Eva Reynaga ha defendido a su red en Nueva York, rememora, en un panel organizado por la ONU sobre trabajo sexual y se ha reunido con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para denunciar «las condiciones indignas y situaciones de violencia en las que trabajamos», dice y asegura: «No pedimos nada especial, sino la misma seguridad jurídica que tiene cualquier otro trabajador, sin discriminación alguna».
En la investigación que usted trae a este cónclave, titulada: «Trabajo sexual y violencia institucional», expone que «la violencia policial no es una práctica aislada, fruto de abusos de agentes individuales, sino que responde a la lógica de acción, justificación y legitimación vinculada a la regulación de conductas de los sectores sociales más desfavorecidos».
«Sí, se trata de un estudio realizado en 13 países de la región. Afirmamos que la violencia institucional se vincula a la clandestinidad que va de la mano del abuso de la autoridad y la vulneración de los derechos. Tenemos que incidir a nivel político y combatir estas situaciones de exclusión. A veces no se conocen los hechos que ocurren en pequeñas localidades, pues no tiene la misma resonancia si pasa en una gran ciudad. Por eso necesitamos organizaciones fuertes y con perfil político.
«Tenemos que proteger y mostrar a la sociedad esa mujer de la que muchas veces se burlan al pasar por la esquina, la descalifican o miran con indiferencia. Ahora las trabajadoras sexuales tenemos presencia en ONU Mujer, en la OEA y en muchos otros sitios. Míreme ahora aquí.
«Comprendimos que a la Policía y otras instituciones no le gustaba que estuviéramos organizadas; porque con el reconocimiento del trabajo sexual ellos pierden un negocio y la posibilidad de abusar de nosotras cada vez que lo desean, con el conocimiento de sus jefes incluso. Desde RedTraSex estamos haciendo un trabajo para sensibilizar y concienciar a los agentes a fin de lograr una Policía no violenta. Y la verdad es que esto ha avanzado, porque deben quedar atrás esas diversas formas de explotación, con chantajes y muchas formas arbitrarias», explica.
En las conclusiones del informe Trabajo sexual y violencia institucional se plantea: «La violencia policial responde y refuerza procesos sociales de construcción de estereotipos y de asignación de estigmas que vinculan a determinados grupos sociales, en este caso a las mujeres trabajadoras sexuales (MTS), con el delito».
La secretaria ejecutiva de la RedTraSex concluye: «Aprendí del Che Guevara que los sueños se pelean. Me enamoré de la causa y haberme empoderado significa continuar esta batalla por nuestros derechos.
«¿Si soy una mujer feliz?, mira, he cumplido sueños insoñables, como estar al lado de Fidel Castro en un Foro Latinoamericano del Caribe, y que él me estrechara la mano. El otro gran sueño logrado es que mi nieta hable orgullosa con sus compañeras de la universidad de su abuela Eva Raynaga, y me califique de mujer empoderada y guerrera. ¡Esto es lo más grande que podía sucederme!, ¿no crees?».