Elena Reynaga, secretaria ejecutiva y fundadora de la RedTraSex, cuya sede está en Argentina, afirma en entrevista vía Skype con este Diario que el estigma social ha provocado que esta actividad se desarrolle en la clandestinidad, sin el reconocimiento de derechos laborales.
¿Por qué se complica darle rostro a la lucha de ustedes para que los estados de la región reconozcan el trabajo sexual en las leyes?
Mira, uno no desconoce que Ecuador es un país católico y la postura no la cambias de la noche a la mañana… Nosotras somos mujeres biológicas que tenemos hijos que van a la escuela, entonces no es fácil para una trabajadora sexual exponerse ante las cámaras porque si bien ellas pueden estar muy empoderadas y tener las herramientas para defenderse de la discriminación, sus hijos no. Lo digo por experiencia propia… A mis hijos los maltrataron cuando yo decidí salir en televisión acá en Argentina. Iban a jugar a la cancha y les decían allí viene el hijo de la putita. Vivimos en una sociedad hipócrita porque muchas veces el papá de esos niños son los que van a los prostíbulos… No es que las trabajadoras sexuales no estamos organizadas, en Ecuador están organizadas, pero a la hora de salir a los medios de comunicación les da miedo de lo que dirá la familia. A mí me echaron por dos años cuando me vieron por primera vez en la TV.
¿Cuándo usted decidió salir en televisión?
En 1994 yo aparecía pero con máscara y peluca. Un día decidí sacarme la máscara y la peluca (en 1997), luego de que mi hermana me dijo que ella estaba en la cocina y el televisor, en el comedor. Entonces escuchó una voz y cuando me vio un domingo me dijo: ‘Por más que te pongas careta y peluca yo jamás voy a confundirme, me di cuenta de que eras tú’. Aparte porque yo le venía diciendo a la sociedad que se sacara la careta y yo salía con careta, por esas razones decidí salir en los diarios más importantes de mi país… También cuando los hijos van a la escuela se dan estos insultos frenéticos contra la mamá en estas sociedades machistas. Siempre insultan con h… de p…, pero nunca hablan del padre…
Como consultora estuvo en Ecuador para evidenciar la realidad del trabajo sexual. ¿Con qué se encontró?
He recorrido varias provincias. Esmeraldas, Santo Domingo, Quevedo, Quito. La realidad es que los dueños (de los prostíbulos) se oponen permanentemente a la sindicalización y al reconocimiento del trabajo sexual, porque saben perfectamente que perderían el poder y el negocio que les da la clandestinidad en la que hoy estamos.
¿Por qué es necesario que se reconozca en la ley?
El trabajo sexual no está penado, pero tampoco está reconocido como una actividad lícita, por eso necesitamos construir un marco legal que garantice mis derechos y mis obligaciones como trabajadoras sexuales. En Ecuador me he topado con lugares donde no podía ni hablar con las compañeras porque la música te reventaba la cabeza. Imagínate cuánto daño le hace al oído de una persona que le toca estar 8 a 12 horas en estos lugares. Entré a sitios en los que los colchones eran de un centímetro y a las chicas les tocaba traer agua de un tacho para lavarse… Queremos derechos, queremos pagar impuestos, pero que esos impuestos se produzcan en políticas públicas para nosotras. Hoy las compañeras pagan para trabajar en cuartos de mala muerte. A veces ponen la música alta porque van unos malandros a pegarles a las compañeras, y así no se escuchan sus gritos. (I)
«El mundo dice que nuestro trabajo es indigno. Nosotras decimos que el trabajo no es indigno, a veces las personas pueden ser indignas”. Elena Reynaga, Fundadora de de la RedTraSex