Por primera vez en la historia de la Conferencia Internacional de SIDA, el abordaje sobre trabajo sexual estuvo vinculado a los derechos humanos y laborales de todas las que ejercemos esta profesión. Por Elena Reynaga
Distintas voces denunciaron el atropello de los derechos humanos de las trabajadoras sexuales manifestándose contra la violación de la confidencialidad, la dificultad para acceder a servicios de salud, el arresto ilegal, la impunidad en los casos de trabajadoras sexuales asesinadas, la detención y la violencia por parte de la policía; situaciones que tienen un impacto perjudicial en la respuesta al VIH.
Escuché con satisfacción a tomadores de opiniones, organismos internacionales -como la Organización Internacional del Trabajo y Naciones Unidas- exigir a los gobiernos que modifiquen o deroguen las leyes que criminalizan el trabajo sexual como las legislaciones anti-trata de personas, que lejos de reducir esta problemática avasallan los derechos laborales de quienes ejercemos el trabajo sexual por propia decisión.
Sin duda el trabajo que las organizaciones sociales venimos haciendo en prevención primaria (acceso al condón sostenido, asesoría y prueba voluntaria, trabajo entre pares, materiales específicos) es reconocido y ha sido fundamental, pero hoy debemos admitir que resulta insuficiente para alcanzar una reducción sostenida de la prevalencia del VIH. Es momento de ir por más.
Sabemos que la labor de incidencia en políticas públicas, la participación de las trabajadoras sexuales en espacios de decisión ha colaborado en la respuesta al VIH y la defensa de los derechos humanos.
Con la fuerza de muchos y muchas que trabajan, como nosotras, para transformar las injusticias, es que exigimos el trabajo sexual sea reconocido como trabajo, para que podamos ejercer nuestra actividad en condiciones seguras y dignas, gozando de los mismos derechos que todos los trabajadores y trabajadoras y haremos responsables a los gobiernos de respetarlos y protegerlos. Participar activamente en el diseño y evaluación de políticas, normas y programas que nos afectan.
Todo esto nos permitirá seguir siendo mujeres para el cambio social, asegurando una mejor calidad de vida y de condiciones de laborales para las trabajadoras sexuales.