Derechos humanos ante el VIH/SIDA, nuestros derechos

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Reivindicaciones de las Trabajadoras
Sexuales de Latinoamérica y el Caribe sobre
Trabajo Sexual y VIH/SIDA

Las mujeres trabajadoras sexuales no somos un grupo vulnerable ante el VIH/SIDA:

Nos hacen vulnerables…

• Con políticas represivas que nos criminalizan, lo que nos deja en un lugar de debilidad para negociar el condón

• Con gobiernos que implementan leyes que vulneran nuestro derecho al trabajo autónomo: legislaciones por ejemplo, que intentando terminar con el -flagelo de la trata de personas, avasallan el derecho laboral de quienes ejercemos el trabajo sexual por decisión propia.

• Con políticas sanitarias de control que violan el básico derecho a la con-dencialidad ante los resultados de los exámenes.

• Con investigaciones que nos colocan en el lugar de objetos de estudio, en lugar de reconocernos como sujetos de derechos

• Con gobiernos que se preocupan más por cuál es la prevalencia del VIH/SIDA en trabajo sexual que por los asesinatos y violencia de mujeres

• Con una competencia feroz por -nanciamientos que luego no llegan a la población ni tienen un real impacto en las trabajadoras sexuales

• Con mensajes estigmatizadores que nos aíslan del resto de la sociedad y bajan nuestra autoestima al asociarnos a la idea de “foco de infección”

Las mujeres trabajadoras sexuales no somos el problema, somos parte de la solución

Nosotras, las integrantes de la RedTraSex (Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe), con representación en 15 países de la región, participamos de la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre VIH / SIDA en Nueva York para acercar a los organismos internacionales y gobiernos del mundo la realidad que vivimos las mujeres trabajadoras sexuales en nuestros países.

Las reivindicaciones que planteamos en este documento son producto de la ronda de Consultas Nacionales sobre Trabajo Sexual y VIH/SIDA que impulsamos en todos los países de la región para identi-ficar ante los gobiernos la situación en derechos humanos, violencia y acceso a la salud de las trabajadoras sexuales. Realizar esta ronda fue un compromiso asumido por los gobiernos en la Consulta Regional “Trabajo Sexual y VIH/Sida en América Latina y el Caribe” que se realizó en Lima, Perú, del 26 al 28 de febrero de 2007.

Sin embargo sólo Argentina, Perú, y Brasil han cumplido con este acuerdo desde entonces.

En las agendas de gran parte de los gobiernos latinoamericanos y del caribe, no hay acciones ni presupuestos para la lucha contra el VIH-Sida. Todo parece girar en torno a los fondos del Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria.

Es necesario retomar el tema seriamente desde cada país o perderemos los avances que hemos logrado con tanto esfuerzo.

El Preámbulo de UNGASS dice: “Debemos recordar que si bien el VIH/SIDA afecta a ricos y pobres, los pobres son mucho más vulnerables a la infección y mucho menos capaces de hacer frente a la enfermedad una vez infectados”.

El 80% de las trabajadoras sexuales en la región somos mujeres por debajo de la línea de pobreza, pero decimos que no somos vulnerables, sino que nos han vulnerado y vulneran al no reconocer ni respetar nuestros derechos.

POR ESO NUESTRAS REIVINDICACIONES SON:

Derecho a una vida sin violencia institucional

• Derogación de todas las normativas que criminalizan a las trabajadoras sexuales y brindan amparo legal a la violencia.

• Cese de las situaciones de violencia y muerte de trabajadoras sexuales.

• No a la impunidad de los crímenes. Desde las organizaciones nos comprometemos a denunciar y hacer documentos sobre cada trabajadora sexual asesinada. A los gobiernos exigimos esclarecimiento y condenas.

• Capacitación a policías, agentes de seguridad y serenos en temas de derechos humanos, discriminación y legislaciones no punitivas.
Derecho a la atención integral de la salud

• Eliminación de la exigencia del carnet sanitario para el ejercicio de trabajo sexual, porque es violatorio del derecho constitucional a la con-dencialidad de la prueba de detección del VIH.

• Prueba de detección voluntaria, gratuita y confidencial, con consejería pre y post prueba, tal como indican los protocolos internacionales vigentes.

• Acceso universal a prevención, diagnóstico, tratamientos y atención de calidad en VIH/SIDA.

• Acceso a la atención de la salud de las trabajadoras sexuales móviles y migrantes, particularmente en las zonas fronterizas.

• Servicios de salud integral amigables: oportunos, humanizados, de calidad y pertinentes.

• Promoción del uso del preservativo con la población en general y con los clientes en particular.
Derecho a una vida sin fundamentalismos

• Defensa de los Estados laicos para prevenir el VIH con el único método de prevención realmente útil y universal: el uso del condón.

• Construcción de mensajes que ayuden a reducir el estigma y la discriminación hacia las trabajadoras sexuales.
Derecho a una vida sin desigualdad de género

• Promover la igualdad entre los géneros como parte central de las políticas sobre VIH/SIDA, porque la falta de autonomía de las mujeres es la principal causa de que el
SIDA sea cada vez más joven, pobre y con rostro de mujer.
Derecho a organizarnos desde nuestra identidad

• Reconocimiento legal por parte de los Estados a las organizaciones de base de trabajadoras sexuales, reconociendo que realizamos un aporte al bien común.

• Apoyo por parte de los organismos financiadores a nuestras orga-
nizaciones, tanto para acciones directas de prevención del VIH como para fortalecimiento organizacional, dado que quedó probado que la forma más efectiva de abordar el VIH entre trabajadoras sexuales con una mirada integral es desde organizaciones de base sólidas.

Para finalizar queremos decir:

Hace falta una respuesta a la epidemia que entienda el cuidado como algo mayor que la sexualidad y el uso del preservativo. No es un tema de responsabilidad personal de cada trabajadora sexual, sino colectivo y de políticas de Estado.

Para avanzar en una respuesta al VIH/SIDA no reivindicamos ni más ni menos que lo básico: el reconocimiento de las trabajadoras sexuales como sujetos derechos. Los derechos humanos, son también los derechos de las trabajadoras sexuales

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