Las Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe estuvimos en la OEA. En la más reciente Asamblea, la número 49 en la ciudad de Medellín y en la que por primera vez tuvimos voz propia en el evento: leímos nuestras demandas ante todos los gobiernos del continente. Hasta allá llegamos con nuestros tacones altos, de la esquina de nuestras calles a la más importante cumbre política de la región.
Reconociendo la importancia de estar en la Asamblea asistimos gracias a los mismos esfuerzos que hemos hecho durante ocho años consecutivos, asumiendo el trabajo que implica garantizar nuestra presencia en el evento y la búsqueda de nuestros propios recursos ante la falta de financiación por parte de la misma OEA. Somos las únicas protagonistas e interlocutoras de nuestra historia por lo que consideramos nuestra participación en la OEA (y en el resto de los espacios que ocupamos) de vital importancia, porque además la participación es el único modo posible de ser conscientes del funcionamiento de las cosas, de cómo y de qué manera los gobiernos sellan acuerdos a espaldas del pueblo. Nuestro papel desde la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe en la OEA ha sido y seguirá siendo la representación de todas nuestras compañeras que están en la calle y en la esquina trabajando, poniéndole el cuerpo a un sistema que viola nuestros Derechos Humanos sistemáticamente mientras la Asamblea General ocurre. En la OEA pasan muchas cosas que no salen en los medios y mucho menos en la página oficial de la Organización de Estados Americanos: hay gobiernos que acuerdan entre ellos, hay silencios cómplices, hay avances de la derecha y se corre el riesgo de que haya retrocesos en derechos; y mientras eso sucede, nosotras las Trabajadoras Sexuales seguimos siendo el blanco de torturas, exclusiones, violaciones y todo tipo de violencias en absolutamente todos los países de la región. Nos hemos dado cuenta de que ahí, en la OEA, también hay abolicionismo, y somos conscientes de que a cada lugar que llegamos es inevitable encontrarlo. Pero también somos conscientes de que es un proceso que necesita de tiempo y de diálogo fundamentalmente con nosotras, las Trabajadoras Sexuales. Año tras año hemos ido aprendiendo más, empezamos a ver los frutos de esos movimientos que también ocurren a niveles nacionales en los diferentes países y en la CEPAL. Pero en la OEA hay otro tipo de incidencia política. Tenemos la gran posibilidad de contar con los compañeros y las compañeras de Synergia (Organización por la promoción y protección de los Derechos Humanos de todas las personas), con quienes además trabajamos conjuntamente al lado de otras organizaciones de la sociedad civil en la Coalición de Organizaciones de América Latina y el Caribe que trabajan por los Derechos Humanos de las personas LGBTTTI en el marco de la OEA. Nuestro primer reclamo siempre ha sido que nos nombren. Siempre mencionan a todas las mujeres en sus distintas representaciones: las indígenas, las afro, las de la comunidad LGBTTTI, las niñas, las mujeres con capacidades diferentes, las migrantes; pero nunca nos nombran a las mujeres Trabajadoras Sexuales. En las aperturas de la Asamblea los gobiernos jamás lo hacen. Este año ese reclamo estuvo intacto, porque lo que no se nombra no existe y nosotras no sólo existimos, sino que ejercemos un papel protagónico en la estructura de las sociedades. En años anteriores y como resultado de nuestra lucha obtuvimos unos renglones por y para nosotras en las declaraciones de otras coaliciones. Este año, en esta 49 Asamblea de la OEA, pasamos de los renglones al tiempo: tuvimos tres minutos enteros para las Trabajadoras Sexuales de la región, décadas enteras de lucha por nuestros Derechos Humanos condensados en tres valiosos y contabilizados minutos en los que leímos por primera vez nuestra propia declaración, tuvimos nuestra propia coalición. Consideramos importante mencionar que, en todo el entramado de la OEA de este año en Medellín y a diferencia de las ediciones anteriores, las organizaciones de la sociedad civil tuvimos esos tres minutos a cambio de los habituales cinco que siempre correspondió. Esa reducción se dio precisamente el año en que los conseguimos, como muestra de las dificultades que siempre enfrentamos: remando en la arena todo el tiempo. De la manera que sea esa disminución de tiempo no disminuyó la importancia y relevancia de tener a todos los gobiernos de la región en frente nuestro mientras les gritamos en sus caras nuestras reivindicaciones, nuestros pedidos, nuestras exigencias. Luego de esta OEA sin duda, y como ya estamos acostumbradas, se viene mucho trabajo. Después de años de hacer incidencia política hemos tenido la posibilidad de observar de cerca y en detalle el funcionamiento de este espacio y es por eso que podemos afirmar que la discriminación no está por fuera de la Organización de Estados Americanos. Hay gente que discrimina porque discrimina, porque es de derecha o porque es mal intencionada, pero también hay personas que discriminan porque tienen muchos prejuicios y mitos construidos sobre la realidad de las trabajadoras sexuales. Al término de la asamblea tuvimos la posibilidad de conversar con las nuevas y reelectas comisionadas ante la CIDH y pensando junto a ellas surgió uno de los pasos a seguir: en septiembre vamos a hacer una actividad en Washington con las comisionadas, con la gente de la Comisión Interamericana y la Comisión de la Mujer en los talleres “Derribando Mitos”. Y consideramos urgente trabajar esa tarea de tirarlos abajo porque hay muchas ideas erróneas sobre nosotras: hay gente que cree que todas somos pobres y que por eso somos trabajadoras sexuales; también están quienes imaginan que tenemos placer con todos los clientes y que los hijos que tenemos son de ellos. Están quienes deducen que no nos quedó otra opción, o que por no haber ido a la escuela optamos por el trabajo sexual, porque nos creen totalmente ignorantes y están completamente equivocados. Y esos mitos los estamos derrumbando ahora mismo. Prueba de ello es que si todo lo anterior fuera cierto nosotras no habríamos llegado a la OEA y no habríamos conseguido leer nuestra propia declaración hace tan solo días en la Asamblea General en la ciudad de Medellín. No nos vamos a detener en nuestra lucha, nuestro contrincante es un negocio gigantesco en torno a la confusión entre trata vs trabajo sexual, que hace creer a la gente que todo es lo mismo, condenándonos a nosotras a la clandestinidad en la que estamos. Eso permite que las mafias de trata, tráfico, explotación laboral y proxenetismo crezcan cada día más, y que también se modernicen porque actualmente las compañeras que trabajan por internet tienen que pagar fuertes sumas de dinero a las páginas web para poder publicar; al igual que cualquier trabajador o trabajadora generamos dinero, y la clandestinidad que promueven esas confusiones nefastas hacen que ese dinero no se quede con nosotras y nuestras familias. Todo esto es sólo una muestra de la gran hipocresía que hay y que estamos enfrentando. En esta mafia siempre hay algún intendente, algún gobernador. Los dueños de la clandestinidad de las trabajadoras sexuales de todos los prostíbulos son gente que está en el poder, de lo contrario no se puede pensar y no se puede entender que una institución como la policía cuente con la suficiente impunidad para pedirnos dinero a las Trabajadoras Sexuales todos los días a cambio de dejarnos trabajar en la esquina, o que cuente con la impunidad que cuenta para violarnos dentro de los patrulleros. Eso es posible porque alguien les permite esa impunidad siendo el poder político cómplice de todo esto. Por motivos como estos y en nombre de las que ya no están y las que están trabajando poniéndole el cuerpo a tanta violencia institucional es que tenemos que estar siempre en la OEA, siempre. Porque seguimos creyendo en el Asamblea General de la OEA como una herramienta para la defensa y promoción de los derechos de las ciudadanas y ciudadanos del continente es que de cara a la próxima Asamblea tenemos los objetivos claros y definidos. Por un lado conseguir la ampliación de la resolución y lograr la inclusión de los Derechos Humanos de las Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe y, por otro, esperar que la Comisión Interamericana apruebe el informe violencia país. Las Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe seguiremos presentes en el encuentro continental sin resignar nunca nuestra mirada crítica. Es por ello que saludamos y felicitamos al pueblo uruguayo y a Ariel Bergamino, su delegado ante la OEA, por su decisión de retirarse de la plenaria de naciones el segundo día de Asamblea, como respuesta y repudio a la acreditación en el evento de la delegación venezolana enviada por su autoproclamado presidente. Celebramos también la postura en ese sentido de México, Bolivia y las naciones del Caribe, porque creemos, apoyamos y defendemos la autodeterminación de nuestros pueblos y sobre nuestros cuerpos, y es justamente por eso que seguiremos avanzando a paso firme año tras año a donde sea que se organice la Asamblea general de la OEA, con nuestros tacones altos desde cada una de las esquinas de Latinoamérica y el Caribe. Elena Eva Reynaga Secretaria Ejecutiva de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe RedTraSex