Un 2 de junio de 1975 en Lyon (Francia), más de 100 Trabajadoras Sexuales ocuparon la Iglesia de Saint-Nizier, enfrentándose a la violencia policial y reclamando seguridad y respeto. La lucha continúa porque siguen vulnerando nuestros derechos humanos.
A 41 años del 2 de junio de 1975, las trabajadoras sexuales reivindicamos nuestra historia, y nos seguimos organizando contra la violencia institucional, contra el estigma, por mejorar las condiciones de trabajo, por el reconocimiento de nuestra dignidad como trabajadoras.
La clandestinidad y la criminalización nos hacen foco de abuso de poder y nos obligan a ejercer nuestro trabajo en condiciones que ponen en riesgo nuestra salud e integridad física, como comprueba la reciente investigación realizada por la RedTraSex en 14 países de Latinoamérica y el Caribe.
Algunos testimonios de compañeras trabajadoras relatan estas condiciones de extrema precariedad y vulnerabilidad.
El consumo forzoso de alcohol es solamente uno de los abusos de las que somos objeto en el ejercicio de nuestro trabajo. La violencia policial es también una constante, que limita y vulnera nuestro derecho a trabajar. Nos maltratan, nos reclaman el pago de coimas, nos privan de nuestra libertad.
La organización es clave para que consigamos trabajar dignamente y acceder a los derechos que cualquier trabajador tiene por ley, garantizando condiciones de salubridad en los espacios donde ejercemos nuestro trabajo.
Mejorar las condiciones de trabajo empieza por reconocerlo.
Los derechos son universales, sino no son derechos, son privilegios.