La regulación del trabajo sexual es un reclamo histórico que venimos realizando quienes lo ejercemos. No sólo porque nos asiste el derecho a contar con las mismas garantías que las personas que ejercen cualquier otro trabajo, sino también porque al ubicarnos en un nivel desigual padecemos maltrato, violencia, precarización de las condiciones laborales y discriminación.
Las mujeres trabajadoras sexuales somos uno de los grupos socialmente relegados en el reconocimiento y goce de nuestros derechos. Lo somos incluso en aquellos más fundamentales como el derecho a trabajar, a ganarnos la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado, a decidir cómo queremos trabajar. No se nos garantizan las condiciones mínimas que deben ser respetadas para toda trabajadora.
A pesar de haber sido éste un trabajo por el que optamos, nuestra decisión no se refleja en leyes o políticas públicas que reconozcan nuestro derecho a ejercer el trabajo sexual y garanticen nuestra integridad como seres humanos.
La regulación del trabajo sexual es un reclamo histórico que venimos realizando quienes lo ejercemos. La exigimos no sólo porque nos asiste el derecho a contar con las mismas garantías que las personas que ejercen cualquier otro trabajo, sino también porque al ubicarnos en un nivel desigual respecto al resto de los trabajadores padecemos maltrato, violencia, precarización de las condiciones laborales y discriminación que no se corresponden con los compromisos que los Estados de la Región han asumido para defender y garantizar el ejercicio de los derechos humanos a toda su población.
Las leyes de trabajo sexual autónomo y las políticas públicas que regulen el trabajo sexual son una deuda de nuestros gobiernos. Disponer de un marco de garantías para las mujeres que decidimos ejercer este trabajo redundará en una mejora en nuestra calidad de vida, ayudará a que dejemos de padecer estigma, discriminación, persecución y marginación y contribuirá a que nuestras sociedades sean más incluyentes e igualitarias.
No dudamos de que el trabajo sexual es un trabajo que debe ser regulado, por eso exponemos las razones para hacerlo.