Así fue la cita de las trabajadoras sexuales en el Congreso

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Las mujeres buscan una mayor protección y una dignificación de su oficio. La situación de las trabajadoras sexuales es muy precaria y las cifras son alarmantes, pues hay más de 30.000 mujeres dedicadas a esto.

Quienes las vieron caminar este jueves por los pasillos del nuevo edificio del Congreso es probable que no tuvieran ni idea quiénes eran las cinco mujeres que llegaron preguntando dónde quedaba la Comisión Primera de la Cámara.</img4698|center>

Solo cuando llegaron a ese recinto y se presentaron supieron que eran integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadoras Sexuales (Sintrasexco), que iban a participar en una audiencia convocada por la representante Clara Rojas, a fin de conocer las opiniones de las entidades y las organizaciones que trabajan en estos temas para tener insumos para un proyecto de ley que busca regularles su trabajo.

Fidelia (presidenta de Sintrasexco), Lina, Carolina, Ana María y Leidy llegaron llenas de expectativas hasta la plaza de Bolívar. Las dos últimas incluso suspendieron su trabajo, el cual realizan en Facatativá, para venir hasta el Congreso. Es más, Leidy viajó desde la noche del miércoles para no llegar tarde a la cita. Se quedó en la casa de su amiga Fidelia, en el sector de Teusaquillo.

Estaban citadas a las 8 a. m., pero 15 minutos antes ya estaban en la puerta del denominado ‘edificio nuevo’ tramitando el acceso.

Luego de que los policías les permitieron pasar, comenzaron a recorrer el frío edificio. Llegaron hasta el quinto piso siguiendo la indicación que alguien les dio. Finalmente, bajaron al segundo piso, donde queda la Comisión Primera.

Pero la audiencia solo comenzó pasadas las 9:00 a. m.. Mientras tanto, ellas, muy juiciosas, ocuparon las curules de los representantes Angélica Lozano, Miguel ángel Pinto, José Santos, Norbey Marulanda y Óscar Sánchez. Como si fueran congresistas esperaron el inicio de la audiencia.

Todas llegaron maquilladas y luciendo ropa formal. A su lado estaban miembros de ONG, académicos, funcionarios del Gobierno Nacional y Distrital y la representante Clara Rojas, quien presidía.

Comenzó la audiencia y varias de las personas que intervinieron lamentaron la situación de las trabajadoras sexuales del país, hablaron de la violencia, de la falta de oportunidades y de que nadie les presta atención.
Pero cuando Fidelia habló, casi que el recinto retumbó. Con su voz fuerte comenzó por decirles que no venían para que les tuvieran lástima, que ellas eran conscientes de lo que hacían. Que ese era su trabajo.

Enseguida siguieron las intervenciones de otros invitados y las cinco trabajadoras sexuales decidieron abandonar el recinto. Simplemente salieron en silencio.
Lina dijo que el trabajo sexual que ellas realizan es autónomo, que son mayores de edad y que no están buscando la lástima de nadie.

Fidelia, visiblemente molesta, dijo que habían venido era para hablar de la problemática de su trabajo, no para escuchar a personas opinar sobre lo que ellas hacían.

“Nosotras estamos construyendo nuestro proyecto del ley con el apoyo de la CTC y el Ministerio del Trabajo”, dijo.

Carolina, quien trabaja en las calles del sector del 7 de Agosto en Bogotá, dijo que les “fastidia” que las traten como víctimas, “pues nosotras decidimos qué hacer”.

Por su parte Ana María, quien dijo que lleva más de 20 años ejerciendo y quien aseguró que es “normalista superior”, contó que en su trabajo es más autónomo que si fuera profesora y no descartó que gane más.

Leidy, quien vive en Bogotá con sus tres hijos, pero permanece cuatro días a la semana en Facatativá, dijo que lo que no quieren es que las victimicen más. “Somos trabajadoras independientes, somos libres de decidir qué hacemos y qué no. Lo que buscamos es seguridad social, tener protección de riesgos laborales”, señaló.

«Somos trabajadoras independientes, somos libres de decidir qué hacemos y qué no.»

Al lado de ellas estuvo Alexander Quesada, quien se declaró gay y trabajador sexual. Él dijo que es necesario que no se les violen los derechos y que tengan garantías para ejercer su trabajo.

Contó que estuvo nueve años como militar y que ahora tiene en el barrio 7 de Agosto, en Bogotá, la fundación Caminos de Motivación, que ayuda a las trabajadoras sexuales de esa zona.

Y así, con el mismo anonimato con el que habían llegado al ‘Templo de la Democracia’, las cinco mujeres pasaron las puertas de seguridad y tomaron la carrera 7.ª. Iban a retomar su trabajo: el de trabajadoras sexuales.

El proyecto
La representante Clara Rojas, citante de la audiencia, dijo que la situación de las trabajadoras sexuales es muy precaria y que las cifras son alarmantes, pues hay más de 30.000 mujeres dedicadas a esto.

Explicó que la idea es escuchar las diferentes perspectivas para ver cómo desde el Estado se puede lograr una mayor protección y una dignificación.

“Esta es una cruzada de largo aliento, y en eso estamos a ver si conseguimos los insumos para un proyecto de ley”, dijo la congresista.

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